El viernes en nuestra hora de plástica realizamos un
taller de cerámica, complementario al último cuadro que habíamos estado
trabajando el día anterior, Santa Justa y Santa Rufina.
Os cuento su historia porque todo tiene una explicación:
Justa Y Rufina eran dos hermanas que vivían en Sevilla y
pertenecían a una familia de alfareros, con su propio taller y tienda en la que
vendían los productos que fabricaban (platos, jarras, jarrones…).
Un día pasaba por delante de su tienda una procesión en
la que adoraban a la diosa Venus. Les pidieron a las dos hermanas que los
acompañaran en la procesión y adoraran a la diosa, pero ambas eran cristianas y
contestaron que nunca renunciarían a su fe.
A consecuencia de esto las encarcelaron y sufrieron las
torturas más horribles, el Prefecto las mandó torturar con el garfio de hierro
y el potro. Viendo que no obtuvieron resultados las llevaron andando descalzas
hasta Sierra Morena, pero ambas se negaban a renunciar a su fe. Volvieron a
encarcelarlas y Justa no aguantó más y acabó muriendo. El Prefecto mandó tirar
su cuerpo a un pozo que el obispo Sabino consiguió recuperar y enterrar.
Pensaron que después de la muerte de Justa, su hermana no
aguantaría más y renunciaría a su fe pero no fue así, de modo que la llevaron a
un anfiteatro en el que la dejaron en el centro de la arena para que la
devoraran los leones. Contra cualquier
pronóstico y, de forma sorprendente, los leones no le hicieron daño, solo
lamieron sus pies y se comportaron como unos gatitos.
Viendo lo ocurrido el Prefecto no aguantó más y mandó
degollar y quemar a Rufina. Pero el obispo sabino, nuevamente, recuperó las
cenizas y las enterró junto a su hermana.
Las dos hermanas murieron siendo fieles a sus creencias
cristianas. Desde entonces fueron veneradas y las nombraron las patronas de
Sevilla.
Cuenta la historia que en el terremoto de Lisboa de 1755 que se
sintió en Sevilla casi todo quedó destruido pero la Giralda no se calló gracias
a que las dos hermanas bajaron del cielo y la sujetaron. Por ese motivo
aparecen en el cuadro que pintó Murillo sujetando la Giralda entre las manos.
Ambas llevan en las manos una hoja de palma señal de las
torturas a las que fueron sometidas.
Y, se ven por el suelo restos de cerámica reflejo de la familia
de alfareros de la que provenían.
Pues bien, nuestros peques se convirtieron en alfareros
igual que las santas, en honor a ellas, patronas de nuestra provincia y se pringaron
las manos todo lo que pudieron para hacer sus propios platos de cerámica.
Ahora solo falta esperar a que se sequen y decorarlos.
Así que os voy a dejar con la intriga hasta que estén terminados.
¿Qué os parecen mis alfareros? Menudos platos hicieron,
ahora que a mi me dejaron agotadiiiiiiiiiiisima.
6 comentarios:
ya veremos el resultado seguro que se lo pasaron fenomenal.
por lo menos se ven buenos para echar caldito jejeje
como disfrutarian.con lo k les gusta el trapicheo..
vaya, vaya con estos escultores!!
Son unos "grandes" artistas. Un beso.
Hola mis niños¡¡ ¡Que grandes estáis ya!¡Y que bonito todo lo que hacéis,me estoy quedando sorprendida, me vais a tener que enseñar muchas cosas!Estoy viendo que ya sois unos buenos artistas.
Un besito muy fuerte, os quiero
Mª Carmen
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